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-299- tad algún espíritu para los exhortos por las calles. Voy siguiendo la predicación con mucho ardor exte– rior, pero con interior caimiento por la disipación del espíritu. No se advierte fruto ni moción particular. ¿Será por conocer estas gentes algo de lo que soy? El día despué~ de la Purísima Concepción empezarán los ejercicios al clero. Su Majestad nos conceda sea yo el primero que se aproveche de ellos: de lo que ocurriere avisaré a usted. Por ahora sólo hay que esta Real Maestranza hn acordado, con el beneplát:ito del Sr. Infante D. G1:.– briel, su hermano mayor, incorporarme y admitirme en su número con todas las formalidades y ceremo– nias que a los demás. Ya lo tienen dispuesto, y no sé en qué día será esta fonción . Estos inciensos y altos honores tan repetidos, me ponen, Padre de mi corazón, en algún cuidado, pues, aunque no debo du– dar son ordenados al Señor, con todo me hacen te– mer que, habiendo sido tan abatido y despreciado Jesucristo, sea tan aclamado su ministro o el instru– mento de su bondad, etc. El corazoncillo parece se alegra de estas cosas, pero el interior no deja de estar con alguna desazón o qué sé yo cómo.» (1) «La Misión de aquí se concluyó-añade en otra– conociéndose la bondad de Dios en el grande y co– pioso fruto que se dignó concedernos, que a la ver– dad ha sido notable. · Voy conociendo con mayor claridad cada día que las misiones tienen su tiempo señalado por la volun– tad de Dios, y que cuando las difiere es para sazo– nar el fruto, disponiendo los ánimos para ello. Así lo he visto aquí, donde hasta ahora no ha rodido efec- (1) El Director Perfe!:to. Carta del 2 diciembre de 1783.

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