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-293- Los ministros volterianos hicieron por apartar al Bea– to de Madrid, cerrándole la corte y logrando que su voz se perdiera en el vacío. ¡Ah, si en aquel día me– morable llega la corte a responder y convertirse, qué de otra manera se hub iera escrito la historia de Es– paña! Pero no conoció el día de su visitación, y un ¡ay! am:irgo se escapó de los labios del P. Gon – zález, que lloró en silencio la reprobación y la ruina de España . Cartas proféticas del P. González.- «Muy otro -escribe-fué y es en el día nuestro juicio en orden a la Misión de la corte y de los Reales Sitios; pero lo someto al que en ninguno yerra, porque todo lo sa– be, lo dispone y lo permite. Tú en la corte, en cuan– to a tu ministerio, cumpliste; y el Señor que te lle– vó qu iso que llenases tu obligación, dándote todo cuanto necesitaste, para que sean inexcusables los incrédulos. Te conservó tu estimación, haciéndote admirar de cuantos te oyeron. Te insinuó en los co– razones de los más visibles en ella; pero al mismo tiempo indispuso los ánimos de los que debieron pro– porcionar los medios para que hubiese sido efectivo y no meramente afectivo el fruto; se movi eron mu– chos, muchos desearon, quisieron, ansiaron por su reforma; pero te retiraron, se lo negaron y te lo im– pidieron. No permitieron que el Soberano te tratase, te oyera y te conociese; te negaron al Consejo, y quizá porque los Serenisimos Sres. P ríncipes te estimaron en el Sitio de Aranjuez, t e retiraron de la corte a Alcalá y de Alcalá a Andalucía. ¡Ah, Fray Diego mío! No la conservación de tu salud, sino la oculta mano de un Dios que sabe usar de sus terri– bles permisiones, ha hecho, si no inútil, no efectiva la Misión de la corte y tu ministerio en esta . No tu Superior, sino Dios, te ha traído a Málaga, porque tu salud no estaba, ni aun está tan rendida , cuando

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