BCCCAP000000000000000000000177

-282- •coger a ese inmenso imperio español, y en su cólera divina ahogarlo en un diluvio de sangre y de igno– minia, le mandó, como ministro plenipotenciario su– yo, a su Apóstol, al monstruo de su siglo, al Bea – to Diegojosé de Cádiz. Iba el Siervo de Dios, separado de s us compañe– ros y en profunda oración, cuando, rasgándose la ne– blina mat inal de n11 día de marzo, apareció ante su vista Madrid. Sobre su cielo debió ver el Beato a la Inmaculada, Patrona de España, no vestida de ma n– to azul, sino de luto, llorando y convertida en Dolo– rosa . Ofrecióle entonces a la gran ciudad, cuyas cú– pulas y palacios doraba el sol de la mañana, con un Ecce filias taus, e hizo en las manos de la celestial S eñora renuncia completa de su vida y de su volun– tad, recibiendo de la Virgen Santísima la certeza de que admitía y tornaba a su cargo la Misi ón de la cor t e, y una voz, la de Cristo, cuya misericordia se anticipaba a su justicia, resonó en el fondo de su corazón, diciendo: ¡Orame mucho, Diego mío! Misión en Madrid. - Dejemos que él nos lo re– fiera todo, pero advirtiendo antes que su humildad tiende a quitar importancia a la visión: «El día 7 del corriente (marzo de 1783) a la una, fué Dios servido que llegase a esta corte, después de un largo y pe– noso viaje, que pude seguir la mayo r parte a pie sin molestia, no obstante los fu e rtes y fríos vientos que casi en t odo él nos han seguido; porque el Señor me concede robusta salud y fuerzas sobre mi mérito. ¡Bendito sea de todas sus criaturas! No quiso Su Ma– je~tad darme el consuelo de besar a usted la mano y recibir su bendición para esta expedición extraordina– r ia ; me resigné en su santísima voluntad, y, después de haber bajado de Ronda a Cádiz con gran pri– sa, vine a Morón con la misma, para~desde allí enca– minarnos acá . De Ronda fué Dios servido que salie-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz