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-278- alma y sus adelantamientos. Sabes que ninguno ansía más porque te dejes todo sin reserva al Dios de tu corazón, poniendo en sólo su poder, bcndad y amor tu confianza. Déjate, pues, mi amado hijo, déja– te en esta Misión importantísima, de modo que que– des insensible a cuanto te honre y desprecie el mundo entero, mil cortes del mundo, que te aplau– dan o que te silben, que te aclamen o que te abis– men, que te pongan en tronos o en prisiones, que te saquen en triunfo o que te hagan mor ir en cadalsos. Fr. Diego de Cádiz vive en la vida del que lo envió a pred ica r: muera predicando, como murió el que en él vive. Predica, como hemos tratado, las verdades etern:1s , el espíritu del cristianismo y lo que Di os inspire, con gravedad, dulzura, respeto a las potes– tades, amor, cortesía, afabilidad con todos, y llene el Señor nuestro deseo. » (1) Esperaba el santo Director ver a Fr. Diego a su paso para Mgdrid, y, como no pudo, le escribió esta carta, dúndole las instrucciones que de palabra le te– nía reservadas: «Amadísimo hijo Fr. Diego: ¡Cuánto quisiera haberte hablado media hora! No quiso Dios, confor– mémonos y supla la pluma . Desde noviembre me estún estimulando los dos amigos nuestros Chacón y Zárate , a quienes estimu– laban el Sr. Conde de Balazote, el Superior y Defi– nidores de esa Provi ncia, para que yo, sin decirte nada , arbitrase los medios de que te hospedaras en un convent o de tu Orden, y fuese otro de compañe– ro en vez del P . Eusebio . Me parece que, si la Misión es en la corte, eli– gieras de los dos conventos el que te alejase más de (11 El Director Perfecto. Carta del 22 de enerú de 1783.

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