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- 271 -- por este beneficio, y pensaba yo con la misma seguri– dad que si los viese, que todos se levantaron y canta– ron con nueva mús ica un nuevo y breve salmo , del que sólo pensé que decían: Laudate omnes {!entes Do– minunz et collaudate eum omnes populi. Quoniam magnificata est super f amulum suum istum mi– sericordifl ejus . No pude pensar más, sólo que se– ría todo el salmo t an largo como el Laudate Domi– num de cadís etc. Quedóme muy fija esta especie, con una seguridad como infalible, y con varios afec– tos de gozo, humildad, paz, devoción, resignación etc. No obstante , no le pedí al Santo la salud, sólo Je dije: Protector mio, si P.S voluntad de Dios que!/º le pida por otro medio la salud os la pido, si no, no la pido,· y de aquí no podía salir. Aquella tarde s e reta rdó una hora la terciana y fué mucho más breve que las otras. La siguiente faltó en todo, que no percibí la más leve indisposición . Después he t enido la tercera recaída, y los otros días algo trabajosos; pero parece que me responden : QLw aquella / ué una selíal para testimonio de la ver– dad del beneficio que se me hacia, y que no se me prometió me pondría bueno, sino que me fal– tarían por Pnfonces. En estos últimos días de mi convalecencia, se me propone cuando voy a un rato de oración , un nuevo y extraño modo de predi car en la corte, t anto al pue– blo como a los eclesiásticos, de modo que me ha lla– mado la atención, hasta persuadirme debo dar de ello cuenta a usted, como lo hago y haré, si llego a verle. Además reconozco un amor extremado e interno a todos los santos Apóstoles, que me obliga no sé a qué y a desear participar de su espíritu y vivir bajo de su protección, aunque fuese de uno solo.» (1) ( 1) Director Perfecto. Carta del 23 de agosto de 1782

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