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-270 - las repetidas, algo penosas, recaídas. Puedo asegu– rar que ni aun de pensamiento he tenido el más leve deseo de la salud. Me acordaba tal vez de intento de la Mi.sión de la corte con lo demás que usted sa– be, y veía con admiración que ni aun esto apetecía, • como ni tampoco el verme privado de los negocios a que usted sabe vine aquí, de leer algo, etc . ¡Di os sea bendito por todo! Otra especie me ha ocu rrido , que diré a usted por lo que fuere. Pasado el riesgo o aprieto de la primera caída, que ya los médicos me dieron por seguro, se me puso en la memor ia con bastante viveza y con tanta continuación, que apenas pensaba en otra cosa, un lema que leí en la los a de un sepul cro, que decía: In hoc fallimur, quod mor– tem prospicimus: En esto nos engañamos, en que miramos la muerte de lejos. Tanto ha dado esto, qut me ha hecho pensar si será aviso para que me pre– venga a mor ir en breve espacio. Mas esto es con paz y gr,nde serenidad e indiferencia. » Se le da a San Bernardo por su protector.– «En la segunda recaída, contaba ya siete u ocho ter– cianas, cuando una siesta desperté con una viva me– moria y devoción a mi P. San Bernardo. A poco se me propuso de pronto, como un conocimiento que no excedía de lo natural: que el Santo se me daba por especial protector entre los santos del cielo,· que en ello se me hacía un singular beneficio; 1¡ que para seiial me faltarían !ns tercianas, siendo pe– queiia la de aquel día a que se s eguiría no dar la siguient e. En mi pensamiento me parecía ver al San– to, y entendí que lo grande de este beneficio consis– tía en que era voluntad de Dios fuese mi protector. Con esto ftt¿ indecible el gozo de mi espíritu y el de– seo de que esta voluntad del Señor se cumpliese y fue· se agradecid'.I como se merece . Pedí a todos los bien– aventurados diesen gracias a la Santísima Trinidad

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