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-257- bien y los pueblos para glorificar al que te envía . He aquí un verdadero monstruo de la sabia Providencia. ¿Pues qué de extraiiar es que todos a tu vista se edifiquen, que a tus doctrinas se pasmen, se muevan, se rindan, que a tu dulce trato se aficionen, se emu– len y te den su corazón? ¿Es posible resistirse al di– vino poder? ¿Y no sabes que en tí lo ha depositado el Seiior, y quiere que de él uses a su gloria y a la utilidad común de todo el reino? Quién te ha condu– cido a su Corte y a los pies de su Soberano, después de haberte colmado de honores y fama en las ciuda– des y pueblos que has instruido, quiere que en ella esfuerces tu fe, tu humildad, tu confianza, y, nega– do a tí, te arrojes a cuanto te inspire y ordene su ministro. De Dios eres, y Dios contigo quiere reme– diar las necesidades espirituales de Espaiia. Aliento, hijo mío, y fe viva. Y para cumplimiento de esta verdad ¿qué harás? Lo primero irte al fondo de tu nada y a la plenitud del ser del que sólo es. Allí te verás a fondo como tú eres; conocerás, esperarás y amarás como debes. Oración, oración, oración sin intermisión, y aquel siempre la tiene, que siempre obra sin perder de vista al que en él obra. Con esta vista, arrójate ar– mado de la cautela santa, mortificación de sentidos y recta intención a la conversión de toda criatura; y si la concupiscencia se irrita y el apetito bruto pro– pende y se quiere desenfrenar, clama al que lo per– mite, y ten resignación, paciencia y espera que te baste la gracia de Jesucristo, como bastó al Apóstol San Pablo, que primero que tú gimió bajo el yugo de semejante pasión. Lo segundo, no usar por ahora de lo que se or– dene a hacer conocer el feísimo aspecto y terrible castigo de él, sino lo que haga ver de bulto la belle– za de la gracia, la honrosa variedad de las virtudes,
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