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-252- quince continuos días en los términos que usted me tiene ordenado; pero tan de corazón, que él, no yo, era el que predicaba. La dulzura, con la devoción en el modo, ha sido singular; la abundancia, claridad, oportunidad y facilidad de usar la santa Escritura muy rara; los actos de contrición tiernísimos, fer– vientes y eficaces: todo, por último, a medida del de– seo que tenía de llenar la voluntad de usted con la de Dios el que lo ha hecho todo, no obstante mi refina- . dísima desmedida ingratitud. ¡Benditas sean sus mise– ricordias! A esta Misión han concurrido los pueblos comarcanos, no bastando la guarnición de ocho o diez soldados para contener su devoción. Han con– currido muchos señores grandes de España, de los que se hallan en Aranjuez, que dista dos leguas de aquí. Luego que comían se venían a la Misión, y, concluida esta, se volvían a los empleos que tienen en Palacio. Venían también muchas señoras duque– sas o grandes, entre estas la Sra. de Alba, los seño– res Medinaceli, etc. Ha venido el ministro de Indias, el Sr. Gálvez con la señora; los oficiales de la Secretaría de Gue– rra, con la Sra. Castejón, y, por último, todos o ca– si todos los del Sitio. Mi Sra. la Princesa envió a su primera dama, la Excma. Sra. Duquesa de Soto, pa– ra que me encargarse de pedir a Dios por el feliz éxito de su Alteza. Vino también el Embajador de Rusia que es cismático, en cuya tarde prediqué del beneficio de la fe, o de traernos Dios a su Iglesia, y de la necesidad de conservarnos en ella, viviendo según sus santas leyes, del que quedó pagadísimo, y volvió otro día a buscarme para que siguiese con él una amistad estrecha, como en efecto se lo pro– metí, por la esperanza de lograrlo para Dios, pues sólo le detienen sus pasiones, no otra cosa alguna: así lo ha significado varias veces. Esta segunda vez