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-250- la corte del reino, sino compelido y movido de ver– dadero espíritu. Esto me parece convendría mucho, y más cuando vas a campaña abierta y guerra de– clarada. Si te parece, dí al P. Eusebio mi dictamen, y que mire con reflexión en qué lo fundo. Ten por cierto que para que vayas te ha llevado el Señor a Toledo; que en es:1 ciudad y Cabildo te hará más admirable que ha hecho en toda otra Misión; que aquí te dará más a conocer, ya en la eficaz dul– zura de la predicación, ya en el aliento, sosiego y paz de tu interior, porque cuanto te ha hecho famo– so, todo ha sido en orden a la ida que te espera, por– que allí te quiere para los ocnltos altísimos fines de sn Providencia; pero por lo mismo qne has de ir, no vayas hasta qne te ve:1s compelido y sin libertad para ,excnsarlo. En una palabra: no vayas, llévete D ios . ¿Y cómo será justo que te manejes en ella? En estando nos lo dirá el Sel'ior. Ahora pensemos de presente, que, en yendo, pensaremos lo que conven– ga, y yo, como siempre, te diré lo que se me dé para ti. Descuida de eso: si yo en~onces viviere, seré desde aquí lo que he sido siempre: tu Padre, tu ami– go y tu Vice-Dios, si tú como deb es, me manifiestas de par en par tu corazón ». (1). Misión en Toledo.--Armado con estos sabios -consejos, atravesó la Mancha y llegó a las inmedia– ciones de Toledo, desde donde salió a recibirl o el que fué después su gran protector y amigo, el Car– denal Lorenzana, una de las más grandes figuras en aquel siglo de la Iglesia española. El Beato Diego nos lo cuenta, con su acostumbrada ingenuidad, es– cribi endo a su Director: «lie retardado el escribir a usted, desde que lo hice en Toledo, hasta poderle (1) El Director Perfecto. Carta del 14 de marzu de 1782.

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