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- 245- haber sacado de la esclavitud del enemigo a una de estas criaturas, señora joven , casada, le cobré una extremada voluntad (defecto en mí comunísimo y frecuente en estos tiempos.) Su necesidad y un gra– vísimo trabajo que en su estacte, la aflije infinito, y es sobre ponderación pesadísimo, me movía a suma compasión y a desearle algún consuelo. Me parece que para esto, para separarla de la vida que lleva ba y para traerla a Dios, sería buen medio tratarla con todo amor y dulzura , como en efecto lo hice, expre– sándome con ella con mil extremos de amabilidad. Estos me pusieron en la aflicción de recelar o temer con mil dudas si sería o no pecado grave aquella de– masiada estrechez, no obstante de significarle va– rias veces mi fin en ello o el por qué la trataba de aquel modo, y entender por la cuenta que de su in– terior me daba, que no le resultaba tentación ni daño alguno. Quería sujetarme, y mi corazón, sobrada– mente tierno para estos casos, me arrastraba a se– guir en lo mismo con igual fuerza . En medio de esta duda e interior fatiga, desperté una siesta, y enton– ces o después en la oración se propuso en la imagi – nación un a culebra pequeña o corta de cuerpo en su tamaño, muy llena o gruesa, algo enroscada. sacada la lengm: al modo de una flecha y como dispuesta a morder, lo que si hiciera sería herida sin remedio, mortal. Parecióme significaba que mi trato referido era peligroso, y que fácilmente podía caerse en culpa grave. Yo seguí en mi simpleza, aunque me parece que sin otro fin que el expresado y el gusto de tra– tar de este modo a aquella pobre criatura. No han faltado algunos defectos en la falta de mortificación de mi genio, que se han reducido a al– guna displicencia o desagrado con las gentes, cuan– do sus cosas no me agradaban. En la oración he te– nido bastantes omisiones, aunque no la he dejado.

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