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- 233 - dudé que al fin había de oír el Señor los ruegos de todos y quitar el escándalo de su impenitencia: le asistí hasta el último instante; pero quedé muy ren– dido. ¡Gracias a Dios hasta ahora no ha tenido otra resulta ni hay necesidad de vindica r a los buenos, porque enmudecen o sólo gruñen los malos! Algo se les dijo por todos nosotros, cuando en su conducción a S. Pablo, al Tribunal y al suplicio, dirigíamos nuestras invectivas a los incrédul os , relajados, im– puros etc . , y a ella (la impenitente) le repetíamos el motivo de su dureza en la pasión torpe de que se de– jó dominar. » (1). A mediados de octubre volvió el Beato a S evilla a predicar la novena de N. P. Jestís en la Iglesia de S. Antonio Abad y a da r el hábito a su sobrina Sor María de las Nieves Caamaiio y García , hija de su hermano D. Joaquín, en el Convento de Carmelitas de Santa Ana de Sevilla. Concluida la novena, pasó a Alcalá la Rea l, desde donde escribió lo sucedido en el viaje. «Me detuve - dice-en Morón dos días, y en ellos predi qué tres veces por las mu chas instancias de aquellas gentes, y me persuado no fué la predica– ción infructuosa . Después ll egamos a Osuna, donde tuve el gran consuelo de reconcil ia r con Dios a un varón, famoso en let ras y fama de virtud , mi muy amigo. Seguimos a Cabra, y cua ndo llega:nos , me avisaro n estaba agonizando 1111 cabal lero de allí, muy ejemplar (D . José de Alcántara y Melga r) a quien estimaba yo mucho. Le fuí a ver y me quedé a asis– tirle hasta que espirase, porque lo había deseado mucho; y en efecto, aquella misma noche murió en mis manos, a la-, dos y cua rtu de ella, atribuyendo todos esta casualidad a especial providencia de Dios (1) El Director Perfecto. Carta <le! 1'2 de s ep tiem– bre de 1781.

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