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-228- cuente y conf iada oración . ¿Y puede no frecuentarl a el que siempre está necesi tado de la sabiduría, para el ministerio y consuelo de las almas? ¡Ay, Fr. Die– go, hijo de mi alma ! Tú serás santo, si fueres ver– daderamente capuchino y legítimo misionero , y lo serás. si, observantísimo de tu santo Inst ituto, pred i– cares y vivieres todo transformado en J esucri sto crucificado , en :uya cruz , oprobios, desprecios, blasfemias, desacatos y tormentos has de establecer tu gloria, tu honor, tus complacen cias. Ya, según t e lo previene el Excmo. Prelado de Tol edo, has de ir a las inmediaciones de la Corte, y ya el que te conduce te va preparando . ¡Qué Dios! ¡Qué Dios para tí! ¡Bendito sea de sí mismo! Ese espíritu dul ce, afable, ardien te , abundante y tran– quil o, que se te dió en Antequera, es necesario parn insinuarte y enseñorearte de los de Toledo y sus in– mediaciones. Y ¿para qué? Yo te lo prevendré, o lo que es más cierto, Dios te lo prevendrá por mí. Parn que ll egando a la Corte la noticia de tu suave amo– rosa predicación, y que no eres de los misioneros que aterran, aturden y turban los auditorios, te soliciten, t e pretendan , te manden ir a ella, esperando que no les hables sobre su infeliz estado, ni combatas con vaklr la dominan te impiedad e irreligión. S igue, pues, la conducta de Dios, que estando allá, El mis– mo te inspirará lo que se debe hacer. ¡Oh cuánto! ¡Oh cuánto! Como que es el campo de batalla. Ya la deseo, y desde aquí sostenerte. Pero hágase en todo la voluntad de Dios. » (1) De Málaga pasó a Ronda a tomar baños t empla– dos. Una falsa noticia esparció por Sevilla la alarma , (1) El Dire cto r Perfecto . Carta del 16 de julio de 178 1.

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