BCCCAP000000000000000000000177

-227- su preciosa sangre te libre de tí mísmo y de tus ex– perimentadas infidelidades; y para que, absoluta– mente, renunciándote, te entregues a cuanto de tí disponga, pronto a perder honra, vida, y del modo q:ie quiera, para que sea conocido, servido, amado de toda criatura . ¿Qué papel hiera en el mundo Fr. DiPgojosé de Cádiz por sí? ¿Qué es en sí mismo? ¿Qué delante <le Dios? ¿Qué en el reino y Religión que profesa? ¿Qué, si no olvida, lo que para que no lo olvide le acuer– d:1 el furor de su pasiones? ¡Oh santo Dios! ¡Qué abis– mo tnn profundo y tan vacío! ¿Qué eres? ¿Qué eres, Fr.Diego, hijo de mi alma? ¿qué eres delante de Dios, en tí y por ti? ¡Y a este mismo hace Dios el más vi – sible, el más conocido, el más deseado, el más pre– tendido, el más famoso de la Monarquía y su Reli – gión! ¿No te aman los pueblos, honran los nobles, distinguen los Obispos, los Cabildos, los Magistra– dos, los Cuerpos literarios, y aun las sagradas Reli– giones? ¡De este usa el gran Dios de la Majestad para enviado suyo; y lo autoriza con el lleno de sus luces, iluminando sus tinieblas con el celo ardiente y fogoso de sus profetas , con la fe, magisterio y vir– tud irresistible de los primeros ministros de su pala– bra! ¡A este, a Fr. Diego, a Fr. Diego, se le dice: capuchino, misionero 1¡ santo! ¡Ay de Fr . Diego capuchino y misionero, si no es Fr. Diego santo! ¿Lo es? ¡No lo sé! Pero sí sé con firmeza que lo será, si es humildísimo. ¿Y no lo debe ser el que, si no es el escándalo del universo, es porque el Todopodero – so enfrena su pasiones? Lo será, si no olvidando ni por un instante el alto fin de su vocación, la desem– peña olvidado de sí. ¿Y no debe dejarse, sin pensar por qué medios, cuando está a cargo del que quiere servirse de él proporcionárselo? Lo será, si, carrizo débil, se sostiene del dorado hilo de la humilde, fr e-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz