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- 216- Acuérdate de lo que sobre esto entendiste, cuan– ·do en Ubrique se te inspiró el ministerio en que te •Ocupas. Acuérdate de quién eres, de tu ignorancia , de tu· improporción, de tu débil espíritu, de tu apo– ·cado corazón, de una vez, que eres el que eres de– lante de Dios. No olvides el que te ha hecho a los ojos de los hombres, y verás con evidencia que, ·siendo nada tuyo, se te ha dado tanto para que, agradecido , lo emplees todo en el santo fin para que se te ha dado , confiando que, a proporción que se te destine, se te dará cuanto necesites, y dejado todo, todo sin reservarte nada al que quiere, porque quie– re, cumplir en tí, por tí y sin tí, sus altísimos desig– ·nios sobre un reino, al que siempre ha amado por su fe, pi~dad y sumisión a la Santa Iglesia, al que ha •dado por Patrona a su Madre, en el Misterio , cuya exaltación y extensión se debe al reino mismo, pien– sa sólo en amarle y servirle. Para este cumplimiento de sus designios ¿qué no ,debes tú contribuir? Y con sus auxilios ¿qué no con– tribuirás? ¡Ah, hijo mío! Ni vida ni muerte quiero ; me parece que esta se me acerca; mas si fuera vo– luntad de Dios , quisiera vivir, cuando se te cumplan tus deseos de padecer lo que te espera y de vencer, como vencerá Dios por tí a ese monstruo del liberti– naje e impiedad, que se propaga y quiere inficionar nuestra antigua religión y piedad , para sostenerte ,en cuanto pudiera y padecer por causa tan digna contigo. Si así fuera, ¡ojalá sea! menos serían mis temores de que en mi larga vida, mal empleada toda, me pierda; pero no dudo que nunca faltará quien, .como yo, y mejor que yo, te sostendrá; pero ten por ,cierto que con mayor amor de tu bien y más deseo de ayudarte en el ministerio , ninguno. Eres mi Fr. Die– go, entre mis muchos hijos, porque quiso el Señor, ,cuando quiso que comenzaras a darte a conocer co-

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