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-212- lajación de religión y morql; ahí que has ido para hacer cristianos a los que la contradicen... ¿ahí te intimidas? ¿Ahí te sobrecoges y amas el ocio, sin hacerte violencia al ejercicio necesarísimo de la san– ta oración? Y el carrizo sin el dorado alambre ¿qué será? ¡Carrizo! ¡Carrizo! ¿Y de qué sirve un carrizo? Y si por esta causa, como temes, se da a otro el ministerio, si se te despide, si se te abando– na ¿serás tú aquél a quien esperan los combates que te he anunciado , la derrota del libertinaje , la exalta– ción de la piedad , y para ello las persecuciones, los ultrajes , los destierros, etc., y después con mucha gloria del Señor las satisfacciones, los respetos, los rendimientos y las coronas? ¡Ay, hijo mío! Sí, sí, lo serás , y quiere el Señor que lo seas; no te dejará, no te despedirá, te ccnoce, conoce tu miseria, penetra el fondo de tu corazón, sabe que lo amas, que celas su honra, que deseas que lo amen todos, que oyes su voz en la del que, sea el que sea , te dió por guía, lo aprecias, lo veneras, lo amas; pero ha querido que conozcas lo que por tí eres y lo que serías deja– do de su mano. Vuelve en tí, ensancha ese pecho, para que se dilate ese corazón que llena el amabilísimo de Jesu– cristo en el sacrificio sacrosanto. Con él y el non dimittam te nisi benediceris mihi, dicho con atrevi– vida, pero amorosa confianza, está tu remedio, y ese usarás porque lo mando yo, pues que Dios lo manda , y porque así me lo inspira, quiere y quiero que beses los pies a tu compañero, y le ruegues que te gobierne en todo, porque es tu irascible un bruto, sin freno ni sujeción. También quiero que prediques con resolución, dejado a Dios, y sin reflexión algu– na de si estoy amargo o dulce, si hay frutos o no, si es por mi causa, etc. Déjate, vacíate, ciégate, y, cuando puedas, escríbeme los efectos de esta; y ten

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