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-200 - ,ditación de la Pasión de Cristo fué en estos días para él casi constante, quizá provocada por la con– iemplación de la Santa Faz, que se conserva en Jaen. En una carta, dirigida a un íntimo suyo, D. Juan Ló– pez de Gálvez, encontramos nuevos prodigios. Res– pondiendo a este vistuoso sacerdote cómo podía con– servarse en la humildad en medio de tantos aplausos, le dice: « Ya sabe usted, hermano mío, que la Santa Iglesia Catedral de Jaen, que tuvo la bondad de aso– ,ciarme a su venerable y sabio Cabildo, favor a que, por más que hice, no pude resistirme, ni tampoco -explicar lc1 contienda o lid de mi interior en aquellos -días. Viéndome en tanto honor no merecido de modo alguno, fué tal el bochorno que cayó en el acto pre– ciso de la posesión sobre mí, fué tal la novedad que sentí en toda mi naturaleza, que consentí en que iba a darme un grave accide~te, y ansiaba que aquellas ceremonias se concluyesen. Se fué algún poco sere– ·nando mi turbación e indisposición, y luego reflexio– né fué providencia de Dios y favor suyo quedarme -en tal situación, que casi no oía ni advertía lo que -de mí decían. En medio de esta novedad interi or, unida con mi confusión y bochorno, y con los empu– jes que la soberbia daba de cuando en cuando, usó el Señor conmigo de su misericordia; porque yendo en la procesión claustral de aniversario, que el Ca– bildo hacía, se me representó con muy extraordina– ria viveza a nuestro amabilísimo Redentor, en el doloroso paso de vestirle cual Rey burlesco . Pare– dame que oía claramente su dulce voz, y que me decía: Coteja el honor que llevo por tí con el que fe hacen por mí. Puedo asegurar a usted que el eco de estas voces siempre ha resonado en mi corazón en cuantas ocasiones semejantes me he visto. Todo aquel día siguió con más o menos viveza esta repre– sentación; procuraba retirarme a la oración, pero las

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