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- 195 - miraba que tanto sin número de almas estuviesen embelesadas en mirar un carrizo tan sin sustancia . Quedóse esto así, pero dejóme unos deseos tan vehe– mentes de oración, que separarme de ella me era muy sensible, aunque no me inqui etaban. )) Segunda aparición de Cristo cargado con la Cruz. -«Tocaron al coro para sexta y nona; fui al acto de comunidad, y, estando en él, se me puso una simpleza en la imaginación, estando igualmente en mis sen tidos. (Creo tengo di cho a usted que todo esto me parece es como quien se acuerda o piensa algún asunto, s in ver ni oir cosa alguna .) Fué, pues, pen– sar que estando yo de rodillas, mi Señor.con su Cruz acuestas, fatigado y como para caer, ponía su mano sobre mi cabna, como para sostenerse y no dar en ti erra. Nada causó esto en mí, porque juzgo lo iba yo componiendo todo así; no obstante, sin discurri r– lo yo, me ocurrió al pensamiento: Esto serci lo que mi P . González me tiene dicho sobre los fin es a que Dios me Iza destinado. Pasó esto s in hacer apre– ci o de ello, conociendo era refinadísima soberbia per– suadirme yo tal cosa, aunque sí lo deseo, y aun– que después me ocurría si se lo diría a usted o no, siempre resolvía no hacerl o por lo di cho . Pero antes de ayer, recogido y devoto en un rato de oración, me dió el cora zón un vuelco, y me sent, con humil– de eficacia movido a escribirlo y noticiarlo a usted en los términos que lo hago . Volvíme aquel día, acabado el coro, a la oración, y una y otra especie estaban fij as en mi memoria . A la tarde prediqué con algún fervor y oportun idad; en las vísperas de aquella misma tarde, que canté con los religi osos, creo fué el ocurrirse otra vez la especie del carricillo agitado de todos los vientos; pero ahora lo pensaba recto e inmobl e, a beneficio de un alambre de oro con que lo tenían atado desde

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