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-192- mer quien sólo hace la causa de Dios? ¿Qué fe es la tuya? ¿Qué confianza? ¿Qué idea tan apocada del grande Omnipotente Dios Uno y Trino? Teme tus mi – serias, teme tus descuidos, teme lo que eres en tí y de tí; pero, como Enviado a los pueblos a darles luz y espíritu, serás un vil si te apocas. Deshónrente, persígante, mátente, que lo mereces; mas ¿qué digo merecer? ¡Ah, qué te diría, si como escribo, habla– ra! El pecador de Fr. Diego ¿merece lo que tan a manos llenas dió el Padre Eterno al Hijo de sus complacencias? Entendámonos, y basta de esto. Mándate que no degrades el generoso corazón que se te ha dado, y del cual no sabes usar.»(]) « Ya habrá ust ed recibido-contesta con humil– dad el Beato-la que escribí desde Málaga noticián– dole el defecto en que había incurrido de hablar al P. Provincial de los PP . Observantes, sobre volver por el crédito de la doctrina. Apenas lo hice así, cuan– do fué llena mi alma de indecible amargura; busqué la luz a los pies de mi Señor Crucificado, (no el con– suelo) y a la mañana siguiente advertí en mi interior una extraordinaria, profunda y sensible humillación, que además de endulzarme t oda el alma, me hizo ama– ble aquel padecer y desear para lo sucesivo todo lo que usted me tiene anunciado con su conocimiento nada común ae que a mí no me corresponde otra cosa que humillarme en todo y a todos; y que el modo de superar las contradicciones, emulaciones, etc., ha de ser non resisfendo, sed perferendo. En esto en– tendí mucho, aunque en confuso, sobre lo que por usted se me ha prometido. Entonces resolví pasar a deshacer lo hecho , como en efecto así fué. » (~) Este asunto terminó, volviendo el P. Provincial (1) Director Perfecto. Carta del 24 de abril de 1780 (2) Director Perfecto. Carta del 22 de abril de 1780

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