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-190- pecho y relajación. ¡Bendito el Señor que así lo ha dispuesto! ¡Es cosa muy grande! Yo sigo en todo con mis faltas, entre ellas la de oración, y cuando llego a tenerla me ocupa el sueño, el que no enmien– do, aunque lo siento mucho. )) Visión de la es!Jada. - «Una mañana estando en la de Comunidad, empezó el sueño y se propuso al entendimiento el conocimiento de una espada envai– nada, pero sin puño, en manos de uno que ni veía ni entendía, y al pronto se halló el entendimiento mismo ilustrado con este conocimiento: Así es la predicación sin la oración. Entendí (sin percibir cosa por especies ni por los sentidos) la reprensión y doctrina que en ello se me daba, que cierto fué y es abundantísima, aunque no sé explicarla. Entiendo significar aquella espada la gracia de la predicación, que sin mérito se me ha dado; y que así curno una espada es difícil desenvainarla, y del todo casi impo– sible manejarla, si no tiene puño por donde asirse, así no podría yo, faltándome la ,,ración o la aplica– ción a ella, usar debidamente de la gracia que se me ha dado para los fines que usted sabe; y soy tal ¡que aun me duermo! No sé como Dios me sufre . )> (1) . Copiaremos el admirable párrafo en el que le contesta su Director: « Y ¿qué te he de decir en atención a la última? Te humillaré, .-;i ya 110 lo estlis. ¡Válgame Dios, Fr. Diego mío! ¿Aún vives? ¿Aún tienes honor que vindicar? ¿Aún quieres tú recomen– dar tu doctrina? ¿Es tuya? ¿Qué? ¿No hay Dios en Israel que vengue y defienda a sus ministros? ¿Te desatendió ese Provincial? ¿Dudó de tu conducta? ¿Y qué? Si Fr. Diego no debe vivir sino en Jesu– cristo; si Fr. Diego iba a hacer la causa de Dios; si Fr. Diego no debe sentir, sino amar la contra- (1) El Director Perfecto. Carta del 11 de abril 17S0

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