BCCCAP000000000000000000000177

-176- yo soy una miseria. Creo o pienso me tiene el Señor sumergido en lo que yo soy, no sé si para que aca– be de conocerme, o para obligarme a que lo busque. Procuro aviva r la fe, olvidarme de mí, dejarme ente– ramente a Dios, como usted me tiene enseñado, y de todo ello sólo consigo el aumento de mi mísera si– tuación. No me turbo por ello, pero sí vivo temero– so de alguna caída notable o de tener alguna culpa oculta, con que esta pobre alma esté aborrecida y separada de Dios. ¡Ah, Padre de mi alma, qué bien digo yo a usted que yo, siempre yo, sólo hago y sólo sirvo de estorbo para los altos fines del Señor! Na– da de oración interior en los pocos ratos que la ten– go; nada de moción propia en los sermones; nada de afecto, aun para los oyentes en los actos de con– trición; nada de aquel amor tierno a mis prójimos, que tanto advertía en otros tiempos, y, en una pala– bra, nada por todos lados. De suerte que, cerc?-do de esta oscurísima tiniebla, aun el recurso a los pies de mi Señor Crucificado es raro, difícil y forzado . Por todo esto paso tontamente, porque sólo atiendo a hacer lo que luego debo, remitiendo a Dios el éxito de todo. » (1). Estas tinieblas oscurísimas y angustias continuas acabaron por acobardar al Beato . No eran nacidas del temor de las contradicciones, sino de la misma magnitud de la empresa. ¡Tan difícil es detener a una nación que se hunde! Expuso al Señor en la ora– ción sus tristezas , y le rogó que eligiera a otro más apto para el ministerio encomendado . Dios quiso corregir su pusilanimidad. ¡ 1 <1 ~ Aparición de Cristo cargado con la Cruz. - Encontrándose una noche orando en el coro bajo del convento de Jerez, haciendo ver al Señor su falta de fuerzas y su incapacidad para tan alto ministerio, {]) Director Perfecto. Carta del 31 de novbre. de 1779

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz