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-174- en Ubrique , donde estuve el día 24. Aquí está dis– puesto que la tarde del 30 principien los ocho días de ejercicios para los eclesiásticos, y que, conclu– yéndose éstos el 6 de noviembre, el 7 se publique y siga la del pueblo. Para esta Misión no tuve otra preparación en Málaga que la de hacer la confesión general del año; y para suplir algo este defecto, hoy lo tengo de re– tiro, aunque no con toda la abstracción que deseaba. Mi interior para ella lo veo sosegado, tranquilo y con una cierta superioridad a mi miseria y a cuanto ocu– rra , que me parece nueva: es verdad que he procu– rado valerme de las muchas instrucciones que a la caridad de usted debo, para olvidarme de mí y arro– jarme confiado en las manos de mi Dios, para que haga lo que guste. En Málaga me dió una religiosa ahijada mía, de singular aprovechamiento, esa rela– ción que remito, para que usted, impuesto en todo, vea mi necesidad. No digo otra cosa, porque me es sonrojosa y temo llegará a usted por la Biznieta. (1) Los primeros días del viaje fui muy combatido de feísimas imaginaciones contra la pureza, después calmaron algo, tal vez porque el Señor conoce mi fragilidad y el miedo grandísimo que les tengo . Dios se apiade de mí y me dé lo mismo que me pide y man– da. Los frutos de aquellos pocos sermones que pre– diqué en Málaga fueron que, habiéndose dispuesto volviesen las comedias y llegado algunos cómicos, el Sr. General nuevo (el de la función de la Plaza lo han tirado a Madrid) los llamó, y, después de darles s11 paga, los despidió, previniéndoles no volviesen allí mientras su Excelencia viviese en Málaga. Este señor me oyó tres sermones, y le debí singulares ex- (1) Los resplandores que despedía al salir de Má– laga, según lo atestigua la M. Zayas.

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