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-166- do la vista con un Evangelio, oyendo después el sermón, y que el Sr. Corregidor lo puso en la cárcel y dió noticia al Sr. Obispo, tal vez para averiguar la verdad: no sé lo que habrá resultado. El día 1 de este (junio) salí de Baza. Estuve cin– co en Granada, en la composición de los pleitos di chos, y se logró como se apetecía ». (1). En el ca– mino supo que una señora muy sorda había recobra– do el oído con una cedulita de la Santísima Virgen, dada por el Beato, y siguió para Málaga a fin de des– cansar algo y recobrar la perdida salud. En este in– tervalo de junio a agosto, recibió la hermosísima carta del P. González, escrita el 28 de junio. Es un rigorosísimo examen de su espíritu, sus proposicio– nes y su conducta, que retrat a al gran Director, el cual, viendo con espíritu profético lo que había de ser Fr. Diego, le mandó escribir su vida, debiéndose a esta clarividencia el que poseamos hoy, como he– mos dicho, una autobiografía del Beato , de valor ina– preciable. Respondiendo a una de las nueve preguntas de es– ta carta, nos descubre nuestro Apóstol su interior : «¿Cómo vive mi corazón y dónde mora?, me pregunta usted. ¿A qué propende? ¿Qué querría, si se le llenase su querer? Confieso que soy oscurísimo para enten– derme y müs para explicarme. Me parece vivo en una prensa estrechísima, porque, viendo mi obligación y necesidad de ser todo de Dios, no lo soy; vivo con una sed insaciable de mi Dios para agradarle en todo, y ni lo logro ni creo lo procuro. No hallo cosa que llene mi deseo, aunque se me concediera la perfección de todos los santos y el amor de los bienaventurados; pero me conozco distantísimo de proporcionarme. Revienta mi corazón por ser todo de Dios, por lograr (1) Director Perfecto. Carta del 18 de junio de 17791
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