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-165- volvían con el desconsuelo de no haber logrado ali– vio, pero dejándose en el pueblo una antigua notada enemistad con otra familia. En el camino se volcó el -coche, arrojó a todos fuera por los suelos sin hacer– les daño alguno. Con esto por el susto se volvieron a Baz a para sangrarse. Sin querer o sin saber cómo, fué aquel día siguiente la función dicha, asistieron .a ella y resultó el reconciliarse con sus enemigos, causando no pequeña admiración en todos este su– ceso. Voy abreviando, porque no puedo más. Los dos limos. Cabildos, el de Gua dix y Baza, por cartas .separadas, me han nombrado por su hermano e indi– viduo, con todos los honores y privilegios que a sus prebendados corresponden en vida y muerte, acord a– do así en Cabildo que para ello en cada Catedral bicieron, y a una y a otra respondí dando las gracias .Y comprometiéndome a la recompensa. Por los caminos fueron gra1 1 des los concursos de los pueblos inmediatos, y alguno, distante una le– gua, se despobló para salir a ver y pedir la bendi– dón a este monstruo de ingratitud y de miseria. Yo, apurado con tanto, me he enfadado y con alguna se– quedad y despego hablaba y huía casi siempre: esto suele después desconsolarme no poco. En la despedida de la Misión de Guadi x y Baza dije a los que concu rri eron sacasen los rosarios: se Jos bendije, concediéndoles cuarenta dias de indul– gencia en cada cuenta, y añadí que cuando tuvi esen algún enfermo en sus casas entrasen el rosario en una poca de agua, y, en el nombre de Ntra. Señora, se la diesen, que algunos logra rían consuelo con só– lo esto. Después he solido decirlo a algunos otros. Me parece había tenido algún movimiento (aunque -como mío) para ello antes de aquella ocasión. De Baza se dijo que un ciego parece había logra-

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