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- 163- decirle no conviene, pues lo ha dejado a mi voluntad. Parece se saca mucho fr uto. Dicho señor había dado orden en el pueblo de su jurisdicción, donde había de para r en mi viaje, se nos diesen todos los honores que a su persona; y as í salió el Padre Cura , la J usti– cia con todo el Iugarito: sólo fal tó el palio, pues has– t a las campanas repicaron. ¿A qué digo t odo esto? Por obedecer a usted. E l Señor le dé a conocer mis faltas de humildad en la vergíienza con que lo di– go. » (1) . Misión de Baza -«En la Misión de Baza, y aun desde que se dispuso el viaje a ella, reconocí mi in– teri1Jr poseído de una notable dureza para el trato con las gentes de allí. Había en la ciudad un escan– daloso pleito de muchos años y enredos entre un señor canónigo dignidad, el Sr. Corregidor y el se– ñor P rovisor , a quien se agregaban en partidos y bandos los principales vecinos, casas y familias : to– dos juzgaban por imposible (salvo un milagro) la composición de tanto enredo. Llegué al pueblo, acompañándome el S r . Obispo a pie; conmovióse toda la ciudad con nuestra entrada, y se dió principio a la Misión el día siguiente en la forma común , aun– que en el modo de hablar ya era con ardor, despego y eficacia te rrible. Así seguí varios días sin moverse el auditorio, que se componía de los vecinos y de toda la comarca . Al cuarto o quinto día hi ce .un acto de cont rición muy fuer te, y ya empezó a moverse algo el interi ~r de tocios. Las doctrinas todas y el modo era duro, fuerte y muy convincente, sin po– derme ir a la mano . Ll egó el día dispuesto para la función de enemigos, y por el extremado concurso no pudo ser en la Iglesia, como se había pensado, y fué forzozo volvernos a la plaza, como se había he- (1) Di rector Perfecto . Ca rta de l 16 de may,> de 1779

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