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-158 - hace, y este mal hijo ni ama a su madre ni a los que la aman. Ya está dicho, no te inquietes, déjalo al Señor, y procura refrenar los prontos de tu genio cuanto puedas, que si el Señor los inspirase sin que puedas resistirlos, no serán tuyos,· ni estarán a tu cargo los efectos que, si fueren sensibles para tí, tanto mejor.)) (1) «No te aprobaré que un indiscreto celo te preci– pite (confundiéndolo con el santo y apostólico) en invectivas contra la potestad pública, que sabes tie– ne a Dios, o a la Divina Providencia, por origen; que declames contra los Ministros y Consejo; que determines lo que debes sin determinaci ón reprender; que te arrojes a proposiciones y promesas, que sean proféticas en la apariencia, o temerarias en la común estimación de los que las oyen, o demasiadamente vagas y extrañas. Las delatadas, que me dices en la última, no tienen censura; pero la motiva, según te– rno, tu genio, tan cobarde para ernorender, corno es– forzado para combatir; y así tú y yo necesitarnos de mucha luz: tú para nada ocultarme de lo que suceda y obres y pienses, y yo para separar lo precioso de lo vil y darte el consejo y dictamen que sea más con– forme a lo que Dios quiere de tí. )) (2) Ya ·antes le ha advertido la razón de este pru– dente modo de obrar. Tiene la convicción de que no es esta la batalla definitiva , en la que debe arries– garse todo: «No son, Fr. Diego mío, las ciudades de la Andalucía el campo de batalla. En ellas hay tropi– llas que combatir de ilustrados; pero corno pocos, cobardes, y que sólo sirven para irse aguerriendo y enseñanao a pelear. El cuartel general y la tropa aguerrida está donde te llevarán, pero no ahora, (1 ) Di rector Perfecto. Carta del 15 de mayo de1779 (2) Director Perfecto. Carta del 28 de junio de 1779

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