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-157- lástica de los PP. Dominicos y en la de los PP. Ob– servantes. (1) La procesión de penitenci a salió de la magnífica Iglesia de San J erón imo, donde tambi én había predicado en días anteriores, hasta el Triunfo. Interesa conocer el juicio que esta primera y bri– llantísima batalla, presentada a los errores de su si– g lo, mereció al maestro de espíritu, el P. Gonzá– lez: «¡Ah, hij o mío! ¡Ah, Fr. Diego! ¡Qué bien te conoce qui en te ama, quien te obliga, quien así te preserva! ¡Graduado... qué aclamación sin ej emplo, sin igual en la nación! Desempeñar el concepto de sabio, ya perorando, ya predicando, tú, tú, tú .... . ¡Qué empeñado Dios contigo! ¡Qué bondad! ¡Qué providencia! Yo lo veo, yo lo admiro, yo cie rtamen– te conozco que, si no eres serafín, y men os mucho que el polvo que pisas y piso, serás i11gratísimo, porque tanto Dios no se paga sino con t:111to desha– certe y tanto unirte. Si todo, todo es dado, no se da a tí por tí, sino para que tú con ello g lorifiques al Dador, y te proporciones para la autor idad y reco– mendación del ministerio y para otros fines que tú ignoras y yo vislumbro . (2) No juzga prudente atacar tan a las claras . «¡Sí, s í, te excediste! No es ti empo todavía de tan claras invectivas contra los públ icos desórdenes. Heriste de ll eno al Consejo, y en él al factor de las prohibi– ciones que explicaste, el cual tend rá ahí apasiona– dos y criaturas, y, si como es regular, se lo escriben, cuando no tome providencia, podrá toma rte horror y proceder por medios indirectos a estorbar los pro– gresos de la Misión . Supongo que te movió la fuerza de la verdad; pero ella engendró el odio muchos años (1) Historia de la vida interior y exteri or. etc., por e l P . Alcobe r. -CHp. X. pág. 62. (2) El Director Perfecto. Ca rta del J.'i de mayo de 1779. 13

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