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- 149- recomendación que sola mitte11tis virtus. Est o lo r epet í con interior y exterior unción y devoción mía y de t odos, y pedí, por amor de mi D ios, que me exi– miesen de aquel honor, impropio en mí, y más en mi conocida ignorancia. No fué admitida, no obstante que confesaron la fuerza de estas razones. Vold se– gunda vez con otras asimismo poderosas, mas su r espuest a fué el general clamor de todos, aca lorados con las persuasiones de los más caracterizados indi– viduos, que sin réplicas y sin oír mis excusas, se pasase al acto, haci endo a mi Padre Guardiún (que estaba presente) me lo mandase, y por sí mismo me vistiese la muceta, como así se hizo . Con ella me arrodillé a los pies del Sr. Rector y del Canciller, dije la protestación de fe, y se procedi ó a las demás ceremonias del anillo, libro, sentarme en la cáted ra, etc. Se trató de que predicase sin las insignias, pero no se admitió, y así hube de hacerlo con el bonete puesto, usando de él con no pequeña agilidad en los casos oportunos. En todo esto conocí mi interior en una indiferencia y paz tan singular, como si sucediera con otro extraño. )> Célebre sermón de S. Agusttn.-«El sermón fué su idea: S. Agustín, confutandc, con su doctrina y ejemplo los errores y relajación del siglo ilustrado : S. Agustín ense!lando o dando norma a los docto– res de la Iglesia qae en ella Yiven. El tema fué: l nsi– liet i11 te spiritus Domi11i et mutaberis in virum aliwn. (I Reg. 10-G). Duró siete cuartos de hora : dije lo que sucede con gran claridad, pero sin deses– peración, y, entre otras , puse la autoridad del San– to que dice : Ecclesiae nolle primas dare, ve! sum– mae p rofecto impietatis est, ve! prcecipitis ig110- ra11tiae. (De util . cred.) y lo contraje al tiempo pre– sent e. Después he t enido algunos interiores descon– suelos, por ::;i excedí; pues, entre otras cosas, hablé

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