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-144- urbanidad, ofreció su Palacio para residencia, mas no lo admití, y sí el estar estos dias en el convento de los RR . PP . Agustinos Calzados, y después, se– gún los sitios de Misión. Ayer hi ce una especie de retiro espiritual para prepararme, y advierto mi interior sereno y nada turbado, aunque el amor propio no deja de ir y venir con sus cosas, que procuro sacudi r con la fe que us– ted me manda .» Visi ón.-«Anteayer, ya cerca de anochecer, pa– seándome por un dormitorio excusado, donde había una pintura de la Purísima Concepción de Nuestra Sei'íora , revolviendo en mi interior las cosas de la Misión y mi miseria, me ll egué al cuadro, y, arrima– da a él la cabeza, me ofrecí a mi Madre y S eñora, manifestándole mi ruindad para esta grande obra; y, estando así, se me ocurrió a la idea, o se puso en la imaginación o pensamiento, (sin ver cosa Rlguna, ni perder la actual reflexión y conoci mi en to, sino lo mismo que ahora que escribo esta) un campo no muy extendido , rodeado de altas sierras, con poca luz, porque estaba muy nubl ado y como lluvi oso : por medio de él a lo largo venía como encajonado un rio crecidísimo, por la mucha agua que había recogido, pero muy turbi a y cenagosa, como cuando vienen riadas fu ertes. T oda esta agua se despei'iRba o caía en una sima profundísima, que había en medio de Rquel llano y entendía llegaba hasta el infierno. ·A la derecha del rio hRbía campo, entendiendo estar la– brado y seca la tierra, pero ni la veía ni lo que en él hubiese; a la siniestra estaba sembrado de trigo , que aparecía muy fresco, verde y frondoso, pero lóbre– go con lo atormentado del tiempo: esto llegaba hasta la mitad del campo . En la otra mitad estaba yo mi– rando muy de cerca todo lo dicho, y en la parte que estaba, aunque no la veía, ni podía figurarme (pro-

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