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-143- desterraba al Inquisidor General, y se humill aba y amedrentaba al Episcopado espat1ol, en la persona del venerable Obispo de Cuenca ¿quién era Fray Di ego para alzarse, como un león, contra el Consejo de Cas– tilla? ¡Con razón temblaba nuestro Apóstol ante la empresa en que estaba comprometido, no de miedo, q11e nunca lo conoció, sino de que pudiera compro– meter en algún modo la causa de su J esús ! De aqu í la táctica, prudentísima y hábil , del ex– perimentado P. González. Disimular su odio al li– bertinaje y libertinos ; predica r los primeros días del espíritu del cristianismo y contra los vicios; aterrar con los novísimos, y cuando se hubiera insinuado en el corazón de prelados, cancilleres, cabildos, noble– za y puebl o, embestir con denuedo y toma r con ardor y santo arrojo la causa de Dios, sin temer a nada ni a nadie. Dios hablaría por él, y ya le había prepa– rado los caminos, enviando por delante un terremoto que los tenía asustados. (1) Misión de Granada. - «Ya, Padre de mi alma– escribe a su Director-me hallo en esta ciudad, y hoy por la tarde doy principio en la S an ta Iglesia Catedral. Quiera el Señor sea a mayor gloria suya. T odo el pueblo está tan conmovido como alborotado con la Misión de este indignísimo ministro de la Di– vina Majestad. En dicha Iglesia estará siete días, de los cuales el úl timo, o cuando mt1s, los dos últi– mos, hago ánimo de t ra tar contra las doctrinas de este siglo, acomodándome o siguiendo la orden de usted, de la que, con e.1favo r de Dios, no me separa– ré ni un ápice . El Ilmo. sigue las doctrinas modernas, bien que es celosísimo de su g rey . Me ha recibido con singulares demostraciones de benevolencia y (1) El Director Perfecto. Carta del 20 de marzo de 1779.

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