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- 127 - con un aturdimiento notable, y que este fué el efec– to que les hizo. Ayer por la mañana, día de San Andrés, se jun · taran los señores .de nuevo, a petición mía, y llegué a despedirme, entregándol es el santo Cristo ya com– puesto, y dejándoselo como para perpetua memoria , con la condición que presenciase todos los cabildo3 o juntas, en las que, si hubiese alguna divis ión o desunión en los dictámenes, ga nase cuarFnta días de indulgencia el que dij ese: Aqui está este Dios cru– cificado. Les hice iln breve exhorto sobre lo antece– dente, concluyendo con el: Pacem relinquo vobis etc. Este es todo el caso. De lo demás del pueblo nada digo, porque lo sa brá usted por el Sr. Obispo. No se ha visto cosa es pecial, sí el mucho concu rso los últimos días a los sermones y a los jubileos de la comunión general. Yo voy gustoso con que Sf' haya hecho la voluntad de Dios , y sólo con el sentimiento de si en algo In habré impedido. » (1) Así concluyó la Misión de Ecija. ¡Qué hermos as consideraciones se pudieran hacer sobre ella! Como en Sevilla y Cádiz, en Málaga y Ronda, la única preocupación de las clases ilustradas es levantar suntuosos teatros y represent ar obras volterianas, mal llamadas fil osóficas. No entienden que por allí viene la ruina de España, la perversión de las clases directoras, el escándalo del pueblo, y que, converti– do el teatro en ariete demoledor de la religi ón, de la autoridad y de las buenas costumbres, constituye un inmenso peligro para el orden social. No será esta la tíftima vez que veamo:; al gran Apóstol combatir {!) «El Director Perfecto».- Carta del 1 de di– ciembre de 1778.

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