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- 120- acostado, y ella me desveló, de modo que fué muy poco lo que en toda ella pude dormir. En una de las ocasiones que desperté, aún embelesado, se me ocu– rrió a la memoria este verso de un Salmo: Dominus dabit benignitatem et terra nostra dabit f ructum suum. Sólo fué una natural ocurrencia, mas no pudo mi interior dejar de conocer era de Dios, y así agra– decerla, y moverse a la esperanza, amor, resigna– •ción, etc. Si lo es, el tiempo lo dirá: sólo añado que, siendo mucho lo que hay digno de remedio, si Dios no hace una que sea sonada, nada conseguiremos )) .(!) Nueva y sapientísima carta del P. González. El insuperable Maestro ve el espíritu aniñado del joven Apóstol, y lo reprende de manera inimitable. «Des– engáñate, Fr. Diego : por más que te esfuerces, nada puedes, ni debes esperar poder, sin que se te dé. Predicas desabrido, duro, seco, porque no ves con– movido al público que quisieras convertir, porque te parece que amas su bien. Sí, lo amas; pero esa du– rez a en los sermones, ese desconsuelo por lo que ves, ese conturbarte porque nada se adelanta y la dis– cordia reina, te convence de que no hay en tí pureza de intenci ón y rendimiento de entendimiento y vo– luntad a los juicios y voluntad de Dios. Porque ¿quién te ha dado licencia para que quieras escudriñar los consejos del Altísimo? ¿Por qué te ha de inquietar que retarde los auxilios de c:onversión que, o no quie– re dar, o dará a su oportuno tiempo? ¿Sabes si quie– re hacerl os inexcusables, y a este fin te ha mandado a que les anuncies su peligroso estado? ¿Sabes, si con más gloria suya y triunfo de su divina palabra, quiere tal vez para confundir tu tarda fe disimularse, y cuando sea tiempo hacerla fructuosísima?, ¿Sabes (1) «El Director Perfecto».-Carta del 14 de no– viembre, pág. 129.

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