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- 114 - duando su notoriedad. Después vendrá la gran bata– lla, en la que ·vencerá a la impiedad reinante. El Bea– to contesta a esta carta con este párrafo sublime, cuya audacia santa lo retrata de cuerpo entero: «El interior se halla de modo, que le viene a propósito aquello: Anima mea, Domine, sicut terra sine aqua tibi. Tal es su dureza, tal su aridez, tal su esterilidad de frutos y tal lo agostado y seco de sus obras todas. Sólo las espinas de sus pasionei.t están frescas y vi– gorosas. Bien que la caridad o amor a los prójimós no deja de conmover toda el alma, cuando ocurre al– guna cosa, aunque sólo sea en el pensamiento; mas se queda en movimientos, sin que su fuerza, que es mucha, deje más lugar que a los intensos y vivos de– seos de carecer de la vista de Dios hasta el día del Juicio, dar la vida o servir de puerta al infierno, por– que ellos se convirtiesen y ninguno entrase más en ac¡uellas penas. » (1). ¡Qué conceptos los que se vierten en esta carta t Esto es tan heroico, que no se puede leer sin admira– ción y asombro. Cuando el celo llega a esas alturás ¿cómo extrañar la conmoción ruidosa de los pueblos y el rendimiento en masa de los corazones ante aquel amor irresistible? (1) I)irector Perfecto. Carta 6 de octubre de 1778.
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