BCCCAP000000000000000000000177

-112- tuve con alguna calentura, aunque leve. Prediqué, gracias a Dios y a usted, con algún ardor y eficacia y grandes sentimientos de caridad para con los pró– jimos. El fruto parece ha sido alguno, y en él ha– berse juntado la ciudad en Cabildo pleno para tratar el punto de las comedias, y parece salió de la junta se consultase al Consejo lo que debían hacer, porque se les había predicado por mí ser culpa grave su asistencia, y, siéndolo, no querían gravar sus con– ciencias con ella. No sé qué habrá resultado; bien que antes de venirme ya habían principiado. » (1). Acabada la novena, salió para Priego, llamado por los Duques de Medinaceli, que desde la Misión de Sevilla le profesaban mucha devoción. Allí con– trajo grande amistad con D. Lorenzo Ortiz de Zára– te, Capellán entonces de los Duques y después Abad de Cardona, con D. Antonio María Chacón, ayo de los señores y más tarde Chantre de Zamora. A estos dos señores y a D. José Raya encomendaron el Pa– dre González y el Padre Provincial que cuidaran de la delicada salud del Beato Diego, no permitiéndole que trabajara con exceso. D. Lorenzo Ortiz de Zá– rate escribió una relación, pocos meses después de la muerte del Beato, y en ella dice lo que sigue de su estancia en Priego: «Nuestro común amigo el M. R. P. Maestro Fr. Francisco J. González (reli– gioso Mínimo, varón de ejemplar virtud y Director espiritual del P. Fr. Diego) nos encargó cuidásemos de que no se atarease en cosa alguna, por convenirle descansar durante la estación del estío; y esto sólo bastó para que el humilde siervo de Dios obedecie– se nuestras menores insinuaciones, cual si fuesen de su mismo Director. La inmediación de mi alojamiento, y la mayor proporción que yo tenía de conversar con (1) «Director Perfecto». Carta del 12 de junio 1778.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz