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-109- zas, y así le suplico encarecidamente pida por mi remedio.» (1 ). «Sigue la Misión-continúa en la carta del 20 de febrero-con fruto universal y extraordinario, por– que lo es la moción que ha dado el Señor a estas gentes, de suerte que piensan todos seriamente en su reformación. El Sr. Obispo ha asistido todas las cinco tardes; mañana es la procesión de penitencia y pasado la despedida, y luego el 23 hago ánimo de salir para esa ». (2). El Beato Posadas.-Hasta aquí los datos que nos da el Siervo de Dios en sus cartas. Pero le ocu– rrieron dos hechos extraordinarios, que no podemos dejar de consignar aquí. Se había trasladado la Mi– sión desde la Catedral a San Pablo. Allí había vivi– do el Beato Posadas , muerto en 1713. Lo conoció y asistió en su última enfermedad un hermano lego do– minico, y le suplicaba que pidiese al S eiior se lfl llevara con él al cielo; pero el Beato Posadas le con~ testó: -«No es tiempo aun de que mueras; sigue sir– viendo al Señor con todo esmero. y cuando oigas predicar a San Pablo, ten entendido que tu muerte está muy próxima. ~> P ~Sflí? i;! mm:hos años, y oyó a muchos orad.ores de los más célebres; pero ninguno le confirmaba la profecía·. Llegó ·-~ Beato Diego a predicar en su mrs·mo c;onvento, le escuchó absorto y enaje'nado ... ¡Aquel era el S. Pablo que esperaba! Fuése entonces al P.· Superior, y le dij o que se mo– ría, r:evelándole la predicción'. Los religi osos no lo creyeron al pronto, pues, aunque achacoso y viejo, no tenía enfermeaad para morirse; mas al tercer día, (1) «El Dire::tor Perfecto. » Carta del 2 de enero 1778. (2) «El Director Perfecto.» Carta del 20 de febrero de 1778: 10

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