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-105- sino a Dios, ha resistido. Aquí, aquí quiere el Señor a: vuestra Paternidad ahora, para que , renovando el espíritu de novicio, repare las disipaciones del fre– cuente trato del siglo y se forme más idoneo mi-· nistro de su palabra. Casi tres años de Misión, sin tiempo para atender a su propio interior, dado, todo a los prójimos ; tres años de locos aplausos, de tareas continuas, de estudio escaso, de re– tiro ninguno, de silencio poco, piden, no des-· canso, sino aplicación seria a formarse relig ioso, formándolos como Maestro con el ejemplo y con la palabra; y esto que Dios facilita ¿se renuncia? ¡Ah, somos miserabl es !» (l ). El efecto que causó esta carta en el Beato no es para descrito: «Cada cláusula - contesta -era y es un cuchillo que penetra hast a lo más íntimo del alma. ¡Tanto errar , Padre mío, t an to separarme del querer de Dios, cuando toda mi ansia no es otra que hacer– me a medida de su divino Corazón! » (2) «Después de haber pedido dos veces perdón a mi P. Provincial, y suplicádole hi ciese conmigo lo que quisiese, en– viándome a otro convento o al mismo Noviciado de Sevilla, para vivir all i como un corista de él, pasé a Antequera, donde hice lo propio con mi P. Lector , hoy Definidor 4° de la Provincia . Este, como el P. Provin– cia l, me reprendió agria y fuertemente el estil o de mi renuncia, porque decía en ell a que j uzgaba para mí tal es cargos como motivos ciertos de mi conde– nación. Hízome algunos otros cargos, y le satisfice, como pude, rindiéndome y sujetándome a todo como debía . Este Padre , más que el P. Provincial, insiste en que trat e de mi tot al recogimiento en un convento, y que allí predique en las plazas, y me deje de viajes. El P. Provincial quiere esto, mas (1) Director Perfecto. Carta del 30 de julio de 1777_ (2) !bid. Carta del 5 de agosto del 1777.

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