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- so - del que quería servirse de él en el min isterio apos– tólico para gloria suya y copiosísimo fruto de los. fieles. La suya, oyéndome, se dilató en gran mane– ra , como varias veces me lo tiene asegurado; y cuál sea la poderosa eficacia que desde entonces se ha servido el Señor, por su so la bondad y para confu– sión mía, poner en mis palabras para cuanto le hable , él mismo lo dice en sus cartas y yo lo he experimen– tado con asombro; de modo que me repa ro algunas. veces que le mando , temi endo tanto de mi ardiente genio, que debo no rara vez contenerme. De esta primera visita, que sería como de hora y media , quedamos de acuerdo que, ínte rin hiciese Mi– sión en estas cercanías, me escribiese, que yo le ser– viría de P. Fernández, pues éste así lo había orde– nado, y yo lo haría con singular gusto mío, dejando ambos al cargo de Dios el acie rto. Comenzó su Misión en Morón oor él aiio 177 4. Ardía en aquel pueblo el fu ego 111fe,:nal de la disco r– dia entre los que formaban el gobierno y los depen– di entes de los Excmos. Duques de Osum1, señores tempora les de di cha v ill a; pero, aunque él tenía como imposibl e la reconcili ación, no pudieron res istirse los partidos a la poderosa fu e rza de la divina palabra, anunciada por su ministro, animado del espíritu de Dios . Frutos fueron de esta Misión la generosa resolu– ción con que dos señoras emprendieron con mucha edificación la vida devota , consagrada la una a Dios en el convento de Ntra. Sra. Santa Ana de esta ciu– dad, y renuncia ndo la otra a segundas nupcias para darse sin impedimento al servic io del mejor Esposo~ un a y otra reconocen deber a su Padre Di ego su con– versi ón y aprovechami ento. (1 ) El jefe de los partí- (1) Sor Dolores y Sor Céital ina del Corazón de

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