BCCCAP000000000000000000000176

María de los Angeles; te recomiendo a estos hijos míos, Madre del Verbo Eterno.» La anterior despedida no fue escrita por .Fray León. Fue Fray Masseo quien en el pergamino b grabó. «Yo, Fray Masseo, he escrito esto con lágri– mas. Dios nos bendiga. Fray León la hubiera podido escribir y mibricar con la sangre que corría a diario del pecho abierto de su amigo, Fray Francisco. ¡Cuántas veces sus manos con ella se vieron enjoya– das y enriquecidas! Adiós, monte de Dios, monte santo, mons coagu– latus, mons pinguis, mons in qu.o beneplacitum est Deo habitare. Quizás sobre esta erudición, aun sien- do sagrada; adiós, monte Alvema... Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, te bendiga. Quéda– te en paz; ya no nos veremos. Luego extendió su esquelética mano estigmatiza– da y trazó en el aire amplia y larga cruz. El crucificado Francisco atravesaba los pueblos montado en el pobre asnillo entre las delirantes acla– maciones de las gentes; en ocasiones lo recibían con ramos y palmas. Con frecuencia perdía la noción de la realidad, viviendo en continuos éxtasis amorosos. No veía ni sentía ni oía. Su vida era ya en el cielo, cerquita del E s p o s o . Fray León le seguía sin abandonarle un punto. Contadas veces oía la voz del amigo querido; le veía y gozaba. En su corazón guardaba c:uanto veía en aquellas horas y en aquellos viajes, que por momen– tos acercaban a Francisco a las playas de la eter– nidad. Después lo recordará todo y lo encomendará al pergamino para consuelo de sus hijos y admira- 84

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz