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par, si las hubo, aquellas ráfagas de tristeza qu& azotaban su corazón sencillo con mayor violencia qu,e las ventiscas su cuerpo agotado por el cansancio. La psicología de Francisco era delicadísima, siempre en tensión para ser pulsada por las suaves mainos d e 1 A m a d o . Francisco era semejante a un instrumento músico de cuerdas finas y acordadas y bastaba una ráfaga de amor divino que soplase ro– zando el interior de s,u pecho, bastaba que la voz d e l A m a d o le dirigiese unas palabras y la ins– piración brotaba espontáneamente de su pecho, de su corazón, y en esos momentos preciosos más que hablar, cantaba. Así sucedió en esta ocasión. Nunca estuvo más oportuno Francisco. Sus palabras, salidas de la hoguera de su, pecho, eran como oleadas de viento caliente que reanimaban los ateridos miem– bros de la O v e j u e l a d e D i o s , F r a y L e ó n . Hacen notar las F 1 o r e c i 11 a s que Fray León caminaba un poco más adelante que Francisco. ¿Por qué este caminar separados? Fray León conocía ::i maravilla los gustos especiales de su querido Maes– tro y amigo y no quería interrumpir su trato íntimo con el A m a d o . Amigo fino y delicado conocía lo.3 gustos y aficiones de Francisco mientras caminaba y por esa razón iba delante de ét Francisco, rompiendo de repente el prolongadc;, silencio que la lluvia continua, en muchos casos ver– daderos copos de nieve, hacía más misterioso y pe– netrante, dijo al H e r m a 1n o L e ó n : «Fray León, suponiendo qu,e los Frailes Menore.3 en toda la tierra .diesen gran ejemplo de santidad 7l

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