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j Cómo goza el amigo contando y escribiendo las alabanzas del amigo y Padre con el que durante la vida vivió estrechamente unido! TESTIMONIO ELOCUENTE «Sobre la roca b2ndita, testigo del sublime mi– lagro, siglos ha que se levantó un pequeño santuario, que blanquea lejano desde la llanura, y en el cual se entra aún con veneración profunda. Todo allí habla del gran prodigio de amor verificado sobre aquella viva roca que hoy protege una reja porque fue bañada por la sangre del P o v e r e 11 o » . Y se podría añadir: aquí se percibe el rumor de las místicas conversaciones habidas entre los dos tiernos amigos en aquellos momentos en los que más visible se hacía la presencia del A m a d o y en los que el corazón de Francisco más anchamente se fran– queaba a la O v e j u e l a d e D i o s , Fray León, sabiendo con certeza que sería comprendido de aquel corazón tan puro, tan casto y tan semejante al suyo. El mismo santuario, en su misteriosa pe;numbra, ro– deado de maleza y colocado sobre la peña como nido de blancas palomas, nos recuerda a la par que el milagro de la Estig:matización de Francisco, los cuidados que la amistad abnegada y maternal de Fray León prodigó al Pobrecillo verdaderamente herido de amor. El vientecillo moviendo suavemente las copas de los árboles se creería que murmuran con deleite estos dos nombres tan amistosam<:nte 63