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«En el costado derecho aparecían los bordes de una herida de lanza sin cicatrizar, roja y sanguino– lenta, por la que fluía muchas veces sangre que ba– ñaba la túnica y paños menores de San Francisco.>> Grande empeño puso el Santo por ocultar este prodigio del Altísimo; como obra del cielo, el cielo la revelaría si así convenía para gloria de Nuestro Señor Jesucristo. Pero el dolor podía muchas veces más que la voluntad del Santo; el dolor patentizaba, aun sin verlo, lo que el cuerpo del pobrecillo osten– taba. No era posible ocultar las manchas de sangre que en las ropas interiores quedaban impresas con el característico color de sangre fresca. Si santa era la intención de Francisco al pretender ocultar el milagro que Cristo en su cuerpo había obrado, Di03 quería manifestarlo para gloria suya, ensalzamiento de s.u siervo y aprovechamie,nto espiritual de su Iglesia. La salud de Francisco se debilitaba, su cuerpo sufría muy acerbos dolores. Francisco se hallaba ne– cesitado de cuidados maternales y consuelos de ami– gos. Nadie mejor que la amistad podía prestár– selos y a ella recurrió en la seguridad de hallarlos. AMISTAD CUIDADOSA La amistad cristiana, no digamos religiosa, en parecidas ocasiones se transforma y adquiere todas las tonalidades que el amor de Cristo espléndida– mente regala. La amistad, entonces, adquiere delica- 59

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