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visitar y escuchar al amigo; la ilusión de gozar de sus espirituales caricias, podía m,uchísimo más que los peligros del rústico y poco seguro puente. La amistad verdadera, la q11e en Dios se funda y hacia El camina, nada teme, se considera capaz de ven– cerlo todo. SASSO SPICCO La descripción de la famosa roca cortada, que presidía el áspero lugar en que Francisco vivió re– tirado y abismado en santas meditaciones durante la Cuaresma de San Miguel del año 1224, está to– mada de la obra del P. Facchinetti «Los San - t ,u a r i o s F r a n c i s c a n o s » , T. I., págs. 77 y siguientes. «Dejando a la izquierda la capilla dedicada al Santo de la Eucaristía, Pascual Bailón, descendemos por una larga escalinata de cincuenta y c.uatro pel– daños y llegamos a un balconcillo desde el que se ofrece a la vista un profundo y pavoroso precipicio sobre la pradera del fondo. Bajando otra escalinata más estrecha y desigual, nos hallamos en el centro de ,\111a gran caverna, envuelta en una oscuridad casi completa. Dos muros de granito, de una altura es– pantosa, forman a nuestra izquierda una especie de corredor estrecho que ofrece un espectáculo terrorí– fico. Un inmenso pedrusco está como engastado en– tre los dos muros y parece deba precipitarse a cada momento al suelo. Se desprendió de la montaña el 12 de enero de 1867, en el preciso momento en que un delegado del Gobierno tomaba sacrílegamente po- 46

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