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traño; fue comparado, por unos, a un gigantesco ba– luarte que abre el mayor de sus ángulos hasta 1.283 metros sobre el nivel del mar, y, por otros, a un original cometa, cuya cola, vuelta al mediodía, y de la cual sale una larga escollera, se prolonga hasta debajo de las colinas de Chusi; o también a una isla que surgiera del océano o a l:c."'la pirámide de Egipto. La mancha que corona su frente sobre las rocas blanquecinas, y en medio de las cuales aparece como engastado el grupo de los Santuarios Franciscanos, está formada por uin magnífico bosque, poblado de fresnos y abetos que el viento hace vibrar como gi– gantesca arpa; recortados por rocas gigantescas, pre– cipicios y cavernas; adornado y embalsamado por musgo y flores silvestres. "Excepto en los meses de verano, el clima es aquí bastante varío, húmedo y frio a causa de las frecuentes lluvias, del casi perpetuo invierno. Pero desde junio hasta septiembre la estancia en el Al– verna es verdaderamente agradable y deliciosa. Se– guramente por este c0¡ntraste los historiadores y poe– tas que describieron l a m o n t a ñ a s e r á f i c a , al buscar el significado etimológico de la misma, for– mularon hipótesis diametralmente opuestas, y mien– tras unos sostuvieron llamarse la A l v e r n a , por ver sólo por ironía, por ser lugar sin primavera, otros Jo hacen derivar de ver na na , casi perenne pri– mavera*.,> Si Francisco había admitido la dmación del Al- * Vf,rne Facchineti, Los Snntuarios Franciscanos. T. I. El Alvernc1, págs. 27 y 38. Billliotern Franciscana. .José Víl;:;rnalél. Provem:a, ü. I,nrcelom1, 1927. 37

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