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y amantes servidores; de este modo, las otras priva– ciones seríanles más tolerables. Francisco, después de agradecerle s,u ofrecimien– to, le ruega con afabilidad «que le hiciera oonstruir una pobre celdilla al pie de una haya bellísima dis– tante como un tiro de piedra de la habitación de los frailes porque le parecía aquel lugar especial– mente devoto y de oración. El Conde Orlando cumplió gustosamente el de– seo del Santo. TEMPLO NATURAL No puede negarse que el Alverna fue un verda– dero templo y un magnífko altar e.n los que recibió culto la inefable amistad que siempre existió entre Francisco y la Ovejita de Dios. En esta santa mon– taña, lugar de tiernas emociones y de fuertes invi– taciones a la unión con el A m a d o , no sólo para los Menores, sino que también para todos los cris– tianos que saben sentir hondamente la vida cruci– ficada de sus hermanos los santos. Bueno será, pues, antes de pintar los diversos y celestiales cuadros de la amistad seráfica de Francisco y la Ovejuela de Dios, detenernos a admirar el marco grandioso que los recogió y guardó. Digamos algo del Alverna. «Es el Alvenna, el místico Calvario del Pobre– cillo de Asís. El Alverna siempre nos recordará el Calvario de JeI1USalén y hacia éste nos hará volver nuestra consideración de arrepentimiento y gratitud. "El aspecto de este monte es verdaderamente ex- 36
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