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«Sucedió, pues, que a los pocos días murió Fran– cisco al anochecer, y divulgada su muerte acudió casi todo el pueblo y el clero de la ciudad de Asís ;1] lugar donde expiró, llevando de allí el santo cuer– po, acompañándolo con himnos y cánticos espiri- 1.uales; y llevando cada uno palmas y ramos en las manos lo condujeron, por disposición expresa del Señor, al convento de San Damián para que se cum– pliese lo que el mismo Sel"íor había dicho por su boca de Francisco y para consolar de este modo a ms hijas y siervas. Y abierta la reja de hierro por ]a cual solían comunicar las religiosas y oir la palabra divina, to– mando del féretro los frailes el santo cuerpo y lo sostuvieron en brazos por un largo espacio de tiempo junto a la reja, hasta tanto que Santa Clara y sus religiosas lo co,ntemplaron a toda satisfacción, que– dando con ello muy consoladas, no obstante hallarse llenas de dolor y de lágrimas al verse privadas de los consuelos y advertencias de tan santo Padre.» Espejo de Perfección, cap. X, núm. 108, págs. 777-78. 195

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