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ni por doctrina ni por consejo de nadie os apartéis jamás de ella.» La voluntad del Padre era clarísima, terminan– te. Estas palabras debieron resonar en el corazón de Sor Clara y sus hijas tan dulce y fuertemente que jamás las olvidarían y en San Damián siempre la D a m a P .o b r e z a , tan amada y celosamente que– rida de Fray Francisco y Sor Clara, tendría un templo bellamente adornado y un culto apasionado de las hijas de Sor Clara. La pobreza sería la re i - na con todos los honores y las Clarisas de aquel diminuto Convento se considerarían sus damas de honor. CO::'líTESTAClóN DIGi\íSll\IA El escrito de Fray Francisco recibió la contes– tación que ardientemente deseaba, como Sor Clara lo manifiesta y publica en estas bellas palabras: «Y como yo, continúa la Santa, siempre fui so– lícita, juntamente con mis sores, en seguir la po– breza que pr-ometimos al Señor Dios y al bienaven– turado Francisco, así estén obligadas las abadesas que me sucedieren en el oficio y todas las demás sores a observarla inviolablemente hasta el fin, es decir, ql1e no reciban ni tengan posesiones, por sí ni por interpuesta persona, ni nada que pueda de– cirse propiedad, sino solamente la tierra que sea me– nester para la ho.nestidad y renovación del monas– terio. Y no se labre esta tierra sino como huerto para la necesidad de las Sores.» 183

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