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dda con luces celestiales y el celestial E s p o so habíala añudado más fuertemente. Quizás todo ello no pase de una leyenda piadosa que tan grandes santos inspiraron a un alma ena– morada de lo sobrei!latural y divino en aquellos años heroicos de la vida de la Orden de Menores y Dueñas Pobres, que bien pudiéramos llamar tiem– pos de heroismo extraordinario y de verdadero y profundo fervor. La Edad Media siempre fue aficio– nada a tejer semejantes leyenaas, hijas de una fe arraigadísima en lo sobrenatural. Pero su significado será siempre el mismo y en todo momento será de edificación, y el alma cristiana gustará de leerla y oon ella amenizar sus tertulias familiares y ¡noctur– nas como en aquel entonces se hacía en todos los hogares cristianos. Costumbre casi desaparecida com– pletamente de nuestras modernas costumbres y sin esperanzas de restauración. DAMA POBREZA PERFCMABA LA AMISTAD DE FRANCISCO Y SOR CLARA Un mismo amor santificaba y hacía irrompible la amistad delicada que unía a Fray Francisco y Sor Clara. Dama Pobreza sonreía placentera al re– cibir las muestras de aprecio y estimación que esas dos almas gemelas le prodigaban de continuo. Dama Pobreza, con sus alas blancas y sutiles, las cubría; Dama Pobreza las defendía con su bienhechora presencia. 179

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