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Fray Silvestre entró en ,oración, buscando del Se– ñor la respuesta que deseaba Fray Francisco. Tanto Fray Silvestre como Sor Clara obtuvieron del cielo la misma contestación. A saber: que el Se– ñor ,no lo había llamado para su santificación sola– mente, sino para la santificación de los demás. «Entonces regresó Fray 1'v1aseo hacia San Fran– cisco y San Francisco lo recibió con grandísima ca– ridad, lavándole los pies y preparándole la comida. Y después de comer, San Francisco llamó a Fray Maseo al bosque y allí se arrodilló delante de él y se quitó la capucha, puniendo los brazos en cruz, y le preguntó: ¿Qué ordena que haga mi Señor Je– sucristo? Fray Maseo contestó: Tanto a Fray Sil– vestre como a Sor Clara y a la otra Sor, Cristo les contestó y reveló que su voluntad es que te vayas por el mundo a predicar, porque no te escogió sóio para tu salvación, sino también para la de los otros. Y entonces San Francisco, habiendo escuchado la contestación y conocido por ella la voluntad de Cris– to, se levantó con muchísimo fervor y dijo: Vamos, en el nombre de Dios; y tomó por compañeros a Fray Maseo y Fray Angel, hombres de santidad.» He aquí una hermosa florecita, linda y perfuma– da, de la amistad que unía a esas dos grandes almas gemelas, fundidas en el mismo amor del A m a d o , Fray Francisco y Sor Clara. 167

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