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ALEGRÍA DE FRANCISCO Característica fue siempre la alegría de Francis– co; el go:liO interior de su alma se le clareaba al ex– terior; su rosto se transfiguraba, aunque su cuerpo experimentase el doloroso rigor de las penitencias a que de continuo era sometido; la sonrisa angelical asomaba a sus labios. Su condición de caballero de Cristo le retozaba interiormente, y, volviéndose go– zoso a Fray León, le dijo así: -¿Qué te parece, Ovejuela de Dios? ¿No sería oportuno asistir también nosotros a la fiesta? Su pretensión sería considerada como locltra por m,uchas personas que no conocen el espíritu que sue– le guiar a los santos en muchas ocasiones. ¿No se lo prohibiría su condición de humilde penitente? ¿No desentonaría su hábito pardo y remendado, ape– tachado, en medio de aquel lujo de arneses y bro– cados? No es de extrañar que pensaran de este modo los pedantes, los prudentes, los falsos apóstoles del mun– do, aquellos cuyo amor divino no prendió en su alma o, si prendió, prendió a medias. ¿Contestó el amigo? Identificado con el amigo Francisco, su padre y maestro, Fray León asentiría 26
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