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« Y vendrás silenciosamente, y al llegar a la en- trada del p11,2nte, dirás: D o m i n e , 1 a b i a m e a a p e r i e s... Si yo te respondo: Et os meum annunciabit laudem t u a m , pasarás y entrarás en mi celda para decir juntos los Maitines; pero si no te respondo, te mar– charás inmediatamente.i> Muy recta se mostraba la intención de Francisco; su prudencia prevenía todas las contingencias que pudieran sobrevenir. Grande era su cariño, profunda y confiada ,::_u amistad con Fray León, mas ,no quería que interrumpiese su comunicación con el A rn a d o ni que sufriera molestia alguna esperándole a la in– temperie hasta tanto que el Señor diera por termi– nada su visita. Esto decía Francisco porque más de una vez es– taba tan arrobado que durante cuatro horas no po– día prnnunciar palabra; tan absorto estaba en Dios. ¡Qué generoso se muestra el Señor con sus íntimos amigos! * * * La imaginación goza extraordinaria1nente viendo a la Ovejita de Dios atravesar aquel puente peligro– so llevando el cantarillo de agu,a cristalina y el men– drugo de pan en el cesto para el sustento de su amado Padre. ¡ Cuántas veces la amistad cerraría los ojos para que no viese el abismo que a sus pies 2e abría ni considerase el peligro que corría! Un paso en falso era una muerte segura. Fray León no re– paraba jamás en ello; el deseo de servir al Maestrn, 45

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