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LAS PRIMERAS FLORES DE SU CORAZÓN Como jardín frondoso y esmeradamente cultiva– do, de su alma, abrasada en caridad, brota bello arbolito, prometedor de abundantes y exquesitos fru– tos de santidad. Es su pequeña comunidad que luego será la O r d e n F r a n c i s c a n a d e M e n o– r e s , que en seguida de nacida a la sombra de la Capillita de Nuestra Señora de los Angeles, exten– derá sus ramas por todo el mundo ofreciendo admi– rables frutos de santidad, pregoneros de la milagrosa fec:undidad de la Iglesia, la virgínal Esposa de Cristo. Jesucristo lo escoge para padre espiritual de in– numerables hijos; el mismo Jesucristo se encargará de multiplicarlos y diseminarlos por todos los reínos de Europa como apóstoles de P a z y B i e n . Como por encanto, adelantándose quizás a sus pm– samientos, se ve rodeado de pequeñísima grey de discípulos que se acogen a sus cuidados espirituales. Doce fueron los primeros, levadura portentosa de espiritualismo evangélico, que en la Porciúncula me– moran el Cenáculo de Jerusalén, al Divíno Maestro rodeado de sus Doce Predilectos. En su corazón seráfico arde una hoguera de amor; dentro de esa hoguera los mete a todos. Al salir, son dignos de tan caballeroso padre; todos ellos serán 7

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